Seguramente conoces a alguien así: Quejándose todo el tiempo, que si el clima, que si los traumas de su infancia, que si Trump, que si Sheinbaum, que si la OMS, que si el fútbol, que si los medios, que si TikTok, que si Elon Musk…
Todos, a su parecer, son culpables de su situación. Menos él. Menos ella.
Y como todos son culpables de situación, menos él, pues no puede hacer nada para mejorar su vida, porque siempre va a haber alguien pisoteándolo que le impide desarrollar y lograr su potencial.
Todo es una conspiración global para que se mantenga como está, es más, para que cada vez esté peor.
Es una persona que es muy polarizante: puede atraer a tanta gente como la que repele.
“No tiene pelos en la lengua”, le describen algunos de los atraídos por sus palabras.
“Es tal como yo”, dicen otros de sus “fans”.
“Se la vive quejándose”, dicen los que salen corriendo cuando lo ven acercarse, “no tiene ni hace nada constructivo con su vida, todo es un problema”.
Son personas que ante el atardecer más bello del mundo se quejan porque el sol les lastima los ojos.
¿Te gusta estar con alguien así? Sé honesto. Sé honesta.
Si sí, te tengo malas noticias: Muy posiblemente seas como esa persona, como esa víctima profesional. Es más, quizá hasta admiras su capacidad de expresarse (negativamente) de todo y todos. Te tengo más malas noticias: Si aún no eres como esa persona, no tardas en convertirte en otra como ella. Porque la negatividad (como la positividad) se contagian.
Se ha repetido tanto que ya es uno de los clichés más repetidos en estos círculos: eres el promedio de las cinco personas con las que pasas más tiempo.
No sólo en mentalidad. También en ingresos. En visión del mundo. En optimismo o pesimismo. En hábitos. Es más, hasta en espiritualidad.
¿Te conviene pasar tiempo con una víctima profesional? Posiblemente no. Pero, por algo decides pasar tiempo con esa persona.
Quizá es costumbre: “Miguel, lo conozco desde hace 20 años, ¿cómo me voy a distanciar?”
O quizá es simplemente cercanía: “Miguel, se sienta al lado de mi en el trabajo, no hay manera de evitarlo”.
O quizá es sangre: “Miguel, ¿cómo me voy a distanciar de mi mamá?”
Y tienes razón. Son motivos muy poderosos para mantenerse cerca de una víctima profesional.
Y entonces, ¿qué hacer? No dejarte influenciar por sus palabras. Porque quizá no puedes distanciarte de esa persona, pero definitivamente sí puedes reducir la influencia que tiene en ti. Haz nuevos amigos, acércate a aquellas personas que tienen una visión optimista de la vida, lee libros que te impulsen, ve videos que te construyan, expónte a lo contrario que es esa víctima profesional.
Y así, quizás, veas el poder que tienes sobre ti y tus pensamientos y, como consecuencia, de tus acciones.
Con el tiempo, la víctima quizá te diga “has cambiado”. Quizá la respuesta más apropiada sería “Gracias”.
Y, solita, la víctima decidirá pasar menos tiempo contigo, o, al menos, verá que su negatividad no te influye y te hablará de otros temas, quizá incluso empiece a dejar de verse como víctima. Pero no porque tú la cambiaste o le dijiste algo. Sólo usaste tu ejemplo.
Y el ejemplo, es una fuerza muy poderosa.
Gracias Miguel!!!
Si! 100% de veras.